lunes, 27 de noviembre de 2017

LOS COBARDES

Imagen de "conclusion.com.ar"
Por Roberto Marra

En este mundo del reves en el que estamos viviendo, los cobardes asumen actitudes opuestas a sus condiciones reales. Aparecen mostrando altiveces que no pueden sostener con sus historias y sus formas de actuar. Insuflados de poder, sacan pecho frente a los débiles de la sociedad, asumiendo que su dominio es avasallante, pero solo frente a ellos.
Para muestra, valen los botones de los sucesos en la Patagonia, donde la persecusión de mapuches se ha transformado en una especie de “deporte” de esos robocops del subdesarrollo que, con la arrogancia propia de los inútiles, arremete a balazos contra esos pueblos originarios considerados, por gran parte de la población, menos que humanos.
Claro que sus acciones no serían posible sin la conducción de pérfidos personajes de la política, supremos cobardes que pretenden acabar con todo tipo de resistencia de quienes son despojados hasta de su origen. Esos ridículos engreídos se autoasumen como dueños de las vidas de todos nosotros, en tanto no seamos parte de quienes, en realidad, tienen el Poder.
Actúan para ellos, avanzan empujados por ellos, destrozan y matan por ellos. Son sus “gerentes” represivos, vanidosos pusilánimes puestos a mandar oscuras mentes obnubiladas por la sangre ajena, a la que buscan como los vampiros de malas películas de terror.
La cuestión es para qué. Y para quienes. Porque, ni casuales ni circunstanciales, las violencias ejercidas por los cobardes de esta segunda línea del Poder, tienen objetivos que van mucho más lejos que sus balas. Es la forma de apoderarse ilegitimamente de suelos y subsuelos, repletos de riquezas que necesitan para acrecentar sus poderes espúreos, repitiendo fórmulas bicentenarias que terminaron con la vida de millones de inocentes.
Apañados por los “supremos” cobardes del Poder Judicial, tergiversan las leyes y las acomodan a sus antojadizas prioridades. Los encubrimientos mediáticos les aseguran impunidades para continuar con su trágica tarea destructiva, siempre en nombre del combate a las supuestas corrupciones de sus opositores políticos.
Temerosos eternos de aquellos a quienes dañan con pasión gallinacea, ignoran las repetidas advertencias de la historia, avanzando sobre ella con la fuerza bruta de sus cobardes uniformados. Imposible negar sus profundos miedos, que combaten matando. E imposible obviar el que será el seguro final de sus bestialidades, aplastados por la fuerza pacífica del Pueblo organizado.

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