jueves, 23 de febrero de 2017

CON LA REALEZA, LEJOS DE LA REALIDAD

Imagen de La Nación
Por Roberto Marra

Despidos en una empresa con 130 años de trayectoria. Suspensiones por un año y medio en una automotriz. Descenso constante de la actividad de la construcción. Cierres de miles de pequeños comercios. Desaparición de centenares de pequeñas industrias. Paritarias nacionales suspendidas. Docentes sin arreglos salariales a la vista. Importaciones de zapatos en el País del cuero.
Como un tren desbocado, Argentina está corriendo hacia el pasado del pasado. Lo único cercano al cero son las prometidas inversiones, mientras la pobreza crece descomunalmente. Las supuestas herencias ya fueron consumidas, y sus estigmas no sirven más como disculpas de la muralla mediática, ante la verdad revelada por los bolsillos flacos.
Sin importarle esta realidad, un ministro se atreve a decir que estamos creciendo, que se crearon puestos de trabajo y que disminuyó la inflación. Del otro lado del Atlántico, el presidente balbucea un discurso ante el Rey, repleto de imaginarios progresos, de avances económicos y, otra vez, de pesadas herencias.
La hipocresía no tiene límites, como lo demuestra Juliana Awada en su encuentro con la esposa del Rey, hablando “del cuidado de la niñez y el desarrollo integral de las mujeres”. Seguro que tuvo un olvido momentáneo sobre los talleres clandestinos donde decenas de menores, en condiciones de semi-esclavitud, confeccionan los productos que comercializa con su marca.
Distraído con los banquetes y entregas de condecoraciones indecorosas, nuestro presidente no habrá registrado los discursos que dieron cuenta de la verdadera imagen que el Mundo, ese al que dice que volvimos, tiene en realidad de su persona y su gobierno.
Como buen marketinero, a su regreso habrá de profundizar el ataque judicial a sus oponentes políticos, único medio que hará posible la distracción popular, mientras destroza la economía nacional y entrega lo que quede a las corporaciones que lo sustentan. Para defenderse, lo sabemos, nada mejor que unos buenos ataques.
Tal vez despierte a tiempo el ciudadano, avergonzado por tantas pantallas infamantes y tanta miseria organizada, recordando que la historia siempre puede escribirse de otra manera, cuando la voluntad se une a la acción. Tal vez la verdad, como el agua, llegue a la superficie, inundando las conciencias de las mayorías, para cambiar de nuevo. Esta vez, pensando.

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