miércoles, 6 de enero de 2016

EL DEVENIR DEL KIRCHNERISMO

Imagen blog.marketingpoliticoenlared.com
Por Jorge Alemán*

Es indudable que en una mirada retrospectiva, el kirchnerismo constituyó su fuerza política en función de distintas alianzas y que las mismas estaban atravesadas por distintas posiciones heterogéneas: Duhalde, Cobos, Massa, gobernadores, etc. Este trayecto, en principio, parecería indicar que el kirchnerismo -si pretende volver a alcanzar su protagonismo dentro de cuatro años- debería estar muy atento a esas posibles alianzas, volverlas a recomponer, incluso a seducirlas una vez más con el proyecto transformador. Los que argumentan de este modo sostienen, con razón, que el kirchnerismo como fuerza única sería una fuerza aislada y cuasi periférica que, en el mejor de los casos, alcanzaría un segmento más o menos amplio pero no triunfante.
A esta posición, sólo me permito añadirle una observación para el debate y es que el kirchnerismo realizó ya un trayecto que constituyó una nueva experiencia de lo político donde aquellas alianzas de entonces han quedado desbordadas por dicho camino. En otras palabras, no se trata de hacer del kirchnerismo una corriente elitista o marginal sino de tomar nota de hasta donde llegó su transformación de la cultura política argentina. El kirchnerismo es una versión del movimiento nacional y popular de origen peronista que ha introducido rasgos diferenciales, articulando distintas tradiciones, legados y elaboración de proyectos que ya no permite ninguna táctica de alianzas con la derecha, sea peronista o radical. Por muy pertinente que sea la "autocrítica", en estos momentos, sería un error autoinculparse y no asumir que estos 12 años han trazado una nueva frontera.  Ahora que un poder neoliberal se ha apoderado del Estado es más necesario que nunca darle la forma adecuada al antagonismo. Por supuesto que tiene que haber alianzas e incluso que tienen que surgir nuevas sensibilidades políticas que en su heterogeneidad deben ser articuladas, pero las mismas deben surgir por abajo: desde el malestar real y desde los efectos inmediatos del poder neoliberal, desde el inevitable desgaste y erosión de lo social que ya se está produciendo.

El kirchnerismo no es una interna, es el nuevo punto de partida de un movimiento nacional y popular de una izquierda diferente a sus versiones clásicas o posmodernas. Dicho de otro modo, es la pieza clave de un nuevo bloque cultural contrahegemónico al neoliberalismo. Cuando desde supuestas posiciones de izquierda se le imputa al kirchnerismo haber convivido con la lógica del capitalismo, esto es, efectivamente, cierto. El kirchnerismo ni siquiera tomó el Estado, estuvo apenas en el gobierno organizando, en la medida de sus posibilidades, una fuerza contrahegemónica. Por eso, hablar desde un exterior al capitalismo es un error "metafísico" de la izquierda que en su caracterización de la experiencia kirchnerista no logra entonces explicar por qué la derecha mundial organizó un ataque sistemático y planificado contra la misma. Ademas debería tomar nota definitiva porque han sido los centuriones de la derecha neoliberal los que hace tiempo estaban esperando su oportunidad.

Sería un grave error entonces que el kirchnerismo se reduzca a un mero estado asambleario, como también lo sería que se sofoque en la mesa de negociaciones políticas. Es verdad que, en esta perspectiva, nada es seguro, pero como suele suceder siempre, ninguna apuesta seria e importante lo es.

*Publicado en Tiempo Argentino

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